ANECDOTAS

No me gustaba y ahora sí

Algunas de las cosas que recuerdo de la comida de mi mamá, no solo por su buen sabor sino también porque a mí no me gustaba, es la de la carne deshilachada, aunque debo admitir que ahora sí me gusta mucho. 
Surge ésta de cuando estábamos en la primaria y siempre en la mesa comíamos juntos, toda la familia y uno que otro abonado que siempre había por aquella época. Cuando mi mamá preparaba la carne deshilachada no me gustaba comerla.
Tenía en ese tiempo un hábito, el que nos pasa a todos de niños de no querer tragar la carne, sólo masticarla y sacarla, aunque yo no era muy niño, no me agradaba masticar y por lo tanto no me era agradable comerla. 
Después de muchas y cansadas insistencias de mi madre comencé a comerla, primero sólo las papas con el caldillo espeso de tomate y otras cosas que no sé que especias eran, después devoraba todo. 
Así me empezó a gustar y posteriormente esperaba con ansias el día que comiéramos carne deshilachada, para ello teníamos en la casa a veces un menú escrito de las comidas que en la semana que nos tocarían, así sabíamos que seguía al día siguiente. Lo que al principio no me gustó, finalmente es algo muy apetitoso y agradable para mí hasta la fecha.

Jorge


Las "putifarras"

A mamá en sus 80 años, gracias y bendita seas. Dios nos las dio con grandes cualidades y una de ellas fue el cocinar exquisitamente, con un sazón inigualable. 
Recuerdo que me acercaba a la cocina porque me atraía el olor de sus guisos, el hambre también hacía lo suyo durante el camino a casa, pensando con qué comida nos esperaba. Me acercaba a ella cuando guisaba, preguntándole:
—¿En qué te ayudo?
Ella me contestaba a su modo:
—En no estorbar, sentáte ya a comer. 
Años después me fui a vivir al estado de Sonora, específicamente en Navojoa, con frecuencia me visitaba mi madre, llevándome cosas que me gustaban tanto y, por supuesto, en esos días se adueñaba de la cocina.
Inició como tradición visitarnos el día de mi cumpleaños, el cual me festejaba haciendo tamales de varios tipos. El primer año, le conseguí las hojas de plátano en Sonora. Los siguientes años ella las cargaba desde Chiapas junto con todos los ingredientes y  me decía:
—Es diferente la de allá.
Ese día —27 de febrero—, se fue haciendo tradicional y desde la madrugada se levantaba a hacer los tamales, ¡ah!, porque tienen que ser “del mismo día”. Por la noche nos reunimos una serie de amigos en pareja para agasajarnos de tan ricos y variados tamales, acompañado de lomo relleno y butifarras.
Así, año con año, mis amigos y sus esposas esperaban la fecha de la llegada de mamá. Entre ellos comentaban cual de todos los tamales eran más ricos, recuerdo que mi compadre Gilberto García Valderrama (perico), decía: “a mí los de chapatín y las putifarras”, en lugar de decir de chipilín y las butifarras. Hasta la fecha la recuerdan mucho.
Espero que me conceda Dios un día más para celebrarlo... Te queremos mamá.

Pepe







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